Los tíos abuelos de mi señora, vivieron como misioneros en la China. Tuvieron que huir por sus vidas en los años 1948 y 1949. En vez de regresar a su país natal, fueron a Taiwán y sirvieron al Señor hasta que se jubilaron. Siempre anhelaban regresar a la China. Algún que otro hermano saldría de la China contando de las persecuciones y dificultades.
Se gozaban en oír que algunos se habían quedado fieles al Señor, pero de la gran mayoría no oían nada. Hace unos años antes de su desenlace, el gobierno les dio permiso para regresar. Pueden imaginar el gozo suyo de encontrar algunos de los primeros que habían conocido a Cristo, todavía con vida, y todavía fieles al Señor. Y cuánto más se alegraron al oír que muchísimos más habían recibido a Cristo por el fiel testimonio de ellos bajo tan duras penas. Hoy la China se abre cada día más. Hablé con un joven que con su señora abrieron una venta de carros Ford en la China.
Ahora tienen cinco empresas. Tiene un tiempo devocional con sus empleados. Lo titulan “Filosofía de vida y venta”. Hay una tremenda necesidad de gente creativa que está dispuesta a entrar a la China para compartir el evangelio, utilizando todos los medios disponibles a la iglesia. Suelen decir hoy que hay varios millones de creyentes verdaderos en ese enorme país que han llegado a conocer a Cristo por el testimonio que se había dejado hace muchos años. Faltan enseñanza y doctrina, pero se gozan con mucho ánimo. Hoy hay una iglesia fuerte y misionera. La iglesia que se fundó en Éfeso se inició con una pareja laica que trabajaba con cuero, Aquila y Priscila.
Ellos habían recibido a Cristo con Pablo en Corinto. Navegaron con él a Turquía y llegaron a la ciudad de Éfeso. Allí se quedaron posiblemente cuatro años. Por el esfuerzo de ellos, se fundó la iglesia en esa ciudad antes de que Pablo regresara para seguir la enseñanza. Después de ese período, Aquila y Priscila se trasladaron a Roma, capital del imperio. En su carta a los romanos, Pablo saluda a la iglesia que se reunía en la casa de Aquila y Priscila. Habían aprendido bien a imitar a Pablo y a utilizar sus habilidades para el avance de la obra. Uno que trabajaba de otra forma era Apolo – gran orador y maestro del Antiguo Testamento, habiendo sido convertido con Juan el Bautista, a esperar la venida inminente del Mesías.
Tan luego que Priscila y Aquila oyeron su mensaje, su sinceridad y apertura, le invitaron a su casa para unos tacos y le enseñaron más exactamente el camino de Dios – de que Cristo ya apareció, murió y resucitó, y quien todavía lo espera, no es salvo. Se salvó Apolo únicamente por creer que ya llegó. Él se regocija tanto con esta noticia que llega a ser el gran apólogo de tiempo completo, de que Cristo es el Mesías. Es enviado por los hermanos a Corinto donde Pablo, Priscila y Aquila habían iniciado obra, para ayudar a los hermanos convencer al mundo que Cristo ya llegó y que “no hay otro nombre bajo los cielos dado a los hombres en quien podamos ser salvos”. Parece ser que es sostenido por la obra allí y apreciado por muchos. Él trabajó como “misionero profesional”, los hermanos Aquila y Priscila trabajaron como “misioneros laicos”. Solemos pensar que Pablo era “el misionero” del libro de los Hechos, pero eso sólo representa una parte de la verdad. Él, cual Nils y Lola, dejó un impacto con gente laica y otros de tiempo completo, que se dedicaban a reproducirse a pesar de los grandes sufrimientos y dificultades. Hermanos, ¿cuántos años no tenemos el evangelio y en cuántos nos hemos reproducido en Cristo?
¿Hay nuevas iglesias hoy porque alguien les alcanzó a ustedes con el evangelio? ¿O estamos satisfechos con lo que tenemos? Largo camino nos resta. Hay mucho que hacer en México (y en todo el mundo) entre los de habla española y los de otros idiomas. En México hay japoneses, judíos y los que todavía están en su cultura precolombina, y todos carecen del verdadero evangelio. Y no solo en México. En todo el mundo, hay gente que jamás ha oído de las buenas nuevas de Jesucristo. Hay lugares donde los “misioneros profesionales” no son aceptos, pero los “cristianos” sí. Los profesionales no entran donde los laicos pueden entrar, vivir, convivir con la gente y hablarles de Cristo. Si Dios quitaría todos los misioneros profesionales y las instituciones extranjeras, de entre nosotros, ¿qué tal avanzaría la obra en estos próximos años? Si todos los profesionales salieran y dejaría solo los laicos, ¿avanzaría el evangelio?
Les aseguro que lo que habitúas hacer hoy es lo que harás mañana. Si estás compartiendo tu fe hoy, lo harás mañana. Al mismo tiempo, si hoy no compartes con otros lo que crees de Jesucristo y su venida para salvarnos, mañana cuando llegan las dificultades, cuando ya no hay “misioneros profesionales” para apoyarte cuando tendrás que sufrir por tu fe, tampoco lo compartirás. ¿Qué de nosotros? Si mañana te echarían de tu casa y de tu ciudad, como lo hicieron con Nils y Lola, ¿seguirías evangelizando como lo haces hoy? ¿O te desanimarías? Trabajemos arduamente hoy como trabajaron Nils y Lola, Priscila y Aquila, Pablo, Apolo, mientras todavía hay libertad.
Por: Ken Hanna
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