Traductores Bíblicos

Muchas son las personas que se han dedicado a traducir las Sagradas Escrituras en los países de América Latina, y en el caso de las lenguas autóctonas, especialmente desde que comenzó sus actividades el Instituto Lingüístico de Verano al que haremos referencia más adelante. Por otra parte, desde que la Iglesia Católica modificó y actualizó los requisitos para sus traductores bíblicos (que hasta 1943 estaban obligados a tomar como base de sus trabajos la versión conocida como Vulgata Latina, que ya era una traducción) también ha habido una intensa labor de traducción desde esa vertiente.

Uno de los primeros traductores, y tal vez el primero, del que tengamos noticias es Vicente Pazos Kanki (1779-1853). Pazos era hijo natural de una mujer indígena y de un español, o descendiente de españoles, de apellido Silva, apellido del que Pazos no hizo gala a partir de cierta edad. Nació en lo que entonces se conocía como el Alto Perú, hoy Bolivia, y entró en el sacerdocio católico. Al tomar contacto con próceres de la independencia se sintió atraído a Buenos Aires, donde se dedicó a actividades periodísticas, pero debido a su posición política se vio obligado en 1817 a partir al exilio y viajó a Europa.

“Durante su estancia en Inglaterra se convirtió al protestantismo, abandonando la Iglesia Católica Romana,”1 aunque según un autor resulta difícil probar dicha conversión.2 Al volver a la Argentina reanudó sus actividades periodísticas y literarias de carácter ideológico, hasta su muerte, acaecida en Buenos Aires.

Como traductor volcó el Evangelio de Marcos al aimará, lengua de “acentos … tan sonoros para mí, [que] no cesan de latir en mis oídos”.3 El “original” del que se valió fue la Vulgata Latina y realizó su traducción en Londres en 1829, con publicación posterior. Por lo que relata Canclini,4 Diego Thomson,5 el colportor y difusor del método educacional lancasteriano, propuso a Pazos Kanki esta tarea.

Henry B. Pratt (1832-1912) fue un misionero norteamericano enviado a Colombia para comenzar la obra presbiteriana en ese país. Estuvo allí algo más de veinte años. Durante su ministerio llevó a cabo diversas empresas periodísticas y bíblicas, y comenzó la preparación de una serie de comentarios sobre los libros de la Biblia, de los cuales alcanzó a escribir los tres primeros tomos.

Como traductor, y debido a su conocimiento del castellano, la Sociedad Bíblica Americana solicitó su colaboración para una de las revisiones de la versión Reina-Valera, y luego le encargó la traducción castellana conocida como “Versión Moderna”, cuya primera edición apareció en 1893.6

Pablo Besson (1848-1932), erudito pastor oriundo de Suiza, efectuó en la Argentina una traducción crítica del Nuevo Testamento al castellano que fue publicada por la Junta Bautista de Publicaciones.7

Monseñor doctor Juan Straubinger (1883-1956) nació en Alemania, país en el cual vivió hasta que por su oposición al régimen nazi tuvo que emigrar. Pasó a Suiza y luego a la Argentina, donde desplegó gran actividad hasta 1952, luego de lo cual volvió a su país natal, donde falleció.
En su juventud se entregó al sacerdocio católico y realizó en América del Sur una gran tarea de difusión bíblica como profesor, creador del Apostolado Bíblico Popular, fundador y director de la Revista Bíblica, autor de muchos libros y artículos relativos a su tema de interés. En síntesis, fue “pionero del movimiento bíblico catolicorromano en América Latina, por lo que ha sido tildado el “Jerónimo de toda América del Sur””. Durante su permanencia en la capital argentina, y justamente debido a sus intereses bíblicos, tuvo contacto con algunos círculos protestantes.

Publicó primeramente la versión de Torres Amat (basada en la Vulgata), a la cual revisó y realizó anotaciones, y luego llevó a cabo una traducción de toda la Biblia al castellano, partiendo de los idiomas originales.8

El Instituto Lingüístico de Verano fue creado por el misionero presbiteriano William Cameron Townsend (1896-1982), “el misionero más grande de nuestro tiempo”, en opinión de Billy Graham, que llegó a Guatemala con la Misión Centroamericana. La entidad lingüística mencionada tiene como fin la traducción de las Sagradas Escrituras a lenguas indígenas. “Don Cam” (como se lo conocía a Townsend) comenzó su trabajo de traductor con la lengua cakchitel que se hablaba en Guatemala y que aún no tenía forma escrita. Esta versión del Nuevo Testamento fue publicada por la Sociedad Bíblica Americana en 1931, y pocos años después dio forma al instituto de referencia con la mira de hacer algo semejante con los centenares de lenguas que, no sólo en América sino en todo el mundo, aún no tenían porción alguna de las Escrituras, y en la mayoría de los casos ni siquiera forma escrita.

Posteriormente se inició una entidad paralela formada por los traductores preparados por dicho instituto, denominada “Traductores Wycliffe”, que nuclea a muchos lingüistas-traductores que trabajan en diversos países latinoamericanos, como también en otros continentes.
Las investigaciones llevadas a cabo por estos misioneros especializados han proporcionado muchísima información científica a esta rama del saber, y sus integrantes suelen concurrir a los principales encuentros lingüísticos con el fin de presentar el resultado de sus trabajos.

No obstante, estos lingüistas son misioneros que no pierden de vista su principal misión: estudiar las lenguas “primitivas”, descubrir su gramática, elaborar un alfabeto, enseñar a los hablantes a leer y escribir y, por sobre todas las cosas, proporcionarles material de lectura cristiano, especialmente la Palabra de Dios, a cada cual en su propia lengua.9

Por cierto que con las entidades y personas citadas no hemos agotado el tema. Hubo y hay traductores que han trabajado o trabajan independientemente o con el apoyo de otras organizaciones y misiones. También muchas personas expertas en la materia han colaborado durante años con las sociedades bíblicas en la tarea de asesorar y realizar revisiones de las traducciones existentes, tanto en castellano como en lenguas indígenas. Entre ellas podemos mencionar al doctor Gonzalo Báez-Camargo (1899-1983).10

Finalmente, es interesante notar que la traducción bíblica ha dejado de ser tarea exclusiva de hombres. Muchas mujeres realizan este trabajo al amparo del Instituto Lingüístico de Verano. En otra traducción “católica” llevada a cabo en la Argentina (El libro del pueblo de Dios) han colaborado no menos de seis personas de sexo femenino.

Notas

1. I. S. Wright y L. P. Nekhom, Diccionario histórico argentino, EMECE, 1990.

2. Luis D. Salem, El Dios de nuestros libertadores, Caribe, Miami, 1977, p. 124. Véase también la opinión de Arnoldo Canclini en Diego Thomson, Asociación Sociedad Bíblica Argentina, Buenos Aires, 1987, p. 90.

3. Como escribió en sus Memorias histórico políticas, transcriptas en Salem, op. cit., p. 119.

4. Véase la obra citada, pp. 89-90.

5. Sobre cuya personalidad véase Iglesia y Misión 52.

6. Notas tomadas del Diccionario de historia de la iglesia, escritas por Aristómeno Porras.

7. Sobre su personalidad nos hemos ocupado en Iglesia y Misión 49.

8. Nota basada en el artículo correspondiente del Diccionario de historia de la iglesia, de la pluma de Rodolfo Obermüller.

9. Para otra entidad dedicada a los mismos fines, esta vez centrada en el Brasil (y derivada del Instituto Lingüístico de Verano), véase “Una estrategia misionera con rostro tupiniquin” en Iglesia y Misión 61.

10. Hemos presentado su semblanza en Iglesia y Misión 57.

Escrito por David R. Powell

Fuente: http://www.kairos.org.ar