Incógnitas, dudas, temores, sentimientos encontrados, despedidas, encuentros, horarios, comidas, costumbres. Todo esto y mucho más pasa por la cabeza del obrero que está a punto de salir de su terruño para entrar en un país que tiene una visión del mundo diferente a la que hasta ese momento él conocía.
¿Cómo es la nueva cosmovisión a la que me voy a enfrentar? ¿Cuál es la ideología que orienta a las personas a las cuales el Señor me ha llamado? ¿Cuáles son los valores absolutos que afectan su actuar y pensar? ¿Cómo voy a presentarles la visión del mundo que Dios tiene, de manera que me entiendan y que su vida sea afectada? Estas son algunas de las incógnitas que pasan por nuestra cabeza a la hora de enfrentar la idea de tener que sumergirnos en una nueva cultura, muy diferente a la que hemos conocido, a la cual estamos acostumbrados.
Una de las primeras cosas que se deben tener en cuenta al iniciar la aventura de sumergirnos en una nueva cultura es que, así como aprendimos a ver la vida con ese par de lentes llamado “nuestra cultura”, muchas veces sin ser conscientes de ello, así también debemos reiniciar el proceso de ponernos el nuevo par de lentes, que es la nueva cultura, y aprender, asimilar e interiorizar la nueva visión que del mundo tiene la sociedad del lugar a donde hemos llegado.
Este proceso tiene diferentes momentos. Momentos que nos pueden producir tanto alegrías como tristezas.
Causas de Tristeza
Algunas causas de tristeza son las siguientes:
1. Ser mal interpretados. Tanto mi esposa como yo creemos que una de las cosas que más tristeza (y a veces hasta rabia) nos causó al comienzo de nuestra adaptación cultural fue el ser mal interpretados. Las personas que forman la nueva sociedad de la cual entramos a formar parte no entienden la razón por la cual hacemos algunas cosas, y piensan mal al respecto; y lo mismo podríamos decir de nosotros en cuanto a ellos. Por ejemplo, en nuestra cultura está bien visto que un hombre y una mujer se saluden “con ósculo santo” (un beso), pero en la nueva cultura donde estamos, no. Así, cuando observan que las personas de sexo opuesto se saludan con un beso, dan a éste un significado muy diferente al que nosotros le daríamos. Lo mismo ocurre con nosotros cuando vemos cómo los hombres se saludan con un beso en la boca, cosa que en nuestra cultura se interpreta, la mayoría de las veces, como costumbre de homosexuales.
2. Cometer errores. Este punto está muy relacionado con el anterior. En este caso la gravedad del hecho dependerá del tipo de error cultural que cometamos. Puede ser desde un simple sacudirse las manos, lo cual no se debe hacer en algunas culturas, hasta cosas más serias como la que le vamos a relatar a continuación:
Un matrimonio viajó a una región de la China, llevando consigo a su mascota. Una noche fueron a comer en un restaurante. Observaron que la gente que llevaba un perro, se lo entregaba al mesero al momento de llegar, así que hicieron lo mismo. Cuando terminaron de comer, reclamaron al mozo el perro y éste les indicó que ¡se lo había servido en la cena! A ella tuvieron que darle un tratamiento sicológico para recuperarla del golpe.
3. No poder moverse con naturalidad o ayudar a otros como se hacía en la cultura propia. En nuestro país podíamos movernos “como pez en el agua”, pero en el momento en que llegamos al nuevo país, no sabemos ni pedir pan en la tienda. ¡Hasta un niño lo hace mejor que nosotros! Nos volvemos totalmente vulnerables y nos sentimos amarrados, dependientes y desubicados.
A esto se le suma el extrañar a la familia, a los amigos, la patria; nosotros mismos nos sentimos extraños, solos; a veces nos encontramos muy a gusto en la nueva cultura , a veces con mucho malestar. Estas situaciones aparecen y desaparecen en nuestra vida diaria y debemos aprender a manejarlas y convivir con ellas.
Causas de Alegría
Ahora pensemos brevemente en aquellas cosas que pueden producirnos alegría en nuestro proceso de adaptación cultural.
1. Avanzar en el conocimiento del idioma y la cultura. Es motivo de mucha satisfacción el poder comunicarnos con los nacionales, entender sus giros idiomáticos, como también sus gestos, sus valores, en fin, su manera de ver la vida.
2. Ampliar nuestra visión del mundo. Antes veíamos las cosas desde un solo punto de vista; ahora estamos adquiriendo una nueva forma de ver las cosas, conocer nuevas culturas que incluso en algunas cosas se acercan más a la cultura de los tiempos bíblicos y (como ha sido en nuestro caso) te ayudan a entender mucho mejor algunos aspectos de la cultura de los pueblos que aparecen en la Biblia.
3. Ser aceptados. Esto nunca va a ocurrir de una manera total, al ciento por ciento, pero el sentirnos aceptados y ser así parte de una familia nos da mucha alegría. Pero tal vez lo que más alegría produce, aunque es un fruto a largo plazo, es el saber que, partiendo desde su cultura, un día podremos presentarles la cosmovisión de Dios (la manera como Dios ve las cosas) de modo que la entiendan. Esto va a afectar sus vidas eternamente.
Fuente: http://www.kairos.org.ar