El Hijo del Agua – Relato Misionero de los Yukpa en las Amazonas

¡Kuna Möre nemakte, kojer Kuna Möre nemakte, pörep shin ne!. “ Pasó el hijo del río, pasaron tres hijos del río, estaban llorando duuuro”. En la mitología de los Yukpa, hay la creencia de que el río tiene hijos y que éstos cuando pasan por el río causan crecientes. Si pasa sólo uno, la creciente es pequeña; pero entre más niños pasan más grande es la creciente. Van envueltos en una espuma.

Creen que el agua es como una persona, ya que se pone brava, se enamora de las señoritas y hasta puede raptar a alguien. Debajo de la arena tiene casa, donde mete a los que rapta. Cuando las muchachas pasan mucho tiempo dentro del río es que están enamoradas del agua y que están haciendo relaciones sexuales con ella. Durante ese tiempo ellas pueden salir embarazadas del agua y tener un niño; pero según dicen, no se distingue de los demás niños del pueblo.

Un día, estando en el río, con unas mujeres, una de ellas comenzó a decir que su suegro sintió cuando iban pasando los Kuna möre, y según él eran tres. Ella dice: ¡Sí eran tres, por eso es que el río creció así!. Nosotros los hemos sentido pasar; decía, hemos escuchado cuando pasan llorando, lloran igual a un niño pequeño. ..eran como las 8:30 de la noche del día sábado, cuando comenzó a llover. Cada vez más arreciaba la tempestad. Ésta duró casi tres horas. De repente… comenzamos a escuchar un zumbido ensordecedor; y dijo un Yukpa: ¿Qué es eso…? ¿El río…? Sí, era una gran creciente que estaba pasando por el río. Éste arrastraba grandes piedras, árboles inmensos y todo lo que encontraba a su paso. Retumbaba como si fueran truenos. Orábamos al Señor por algunos Yukpa que viven a la orilla del río. Cuando llueve mucho en la zona, éste crece; pero según los Yukpa primera vez que lo hace de esta forma tan espantosa.

Al día siguiente comenzamos a escuchar los efectos que esta tormenta y la creciente del río habían causado. Era increíble ver los derrumbes a los lados del río; todo quedó barrido como si una gran máquina hubiese pasado. Una de las primeras noticias fue que no aparecía un jeep que, uno de los hacendados de la zona, había dejado cerca de la orilla. Éste tenía la esperanza de encontrarlo para rescatarlo; pero lamentablemente sólo consiguieron unos pedazos por aquí, otros por allá. La manguera que nos surtía de agua, también fue arrastrada. Se llevó dos de los tres puentes para llegar a la comunidad; y dañó parte del camino. Así que por algún tiempo vamos a estar parcialmente incomunicados. Rogamos a Dios que el gobierno pueda ayudarnos en la recuperación de la vialidad; ya que esto afectaría mucho a los Yukpa para sacar sus cosechas y a los hacendados de la zona para transportar la leche.

En cuanto a los Yukpa que viven cerca del río, tuvieron que salir corriendo de sus casas y buscar un lugar más alto y seguro; gracias a Dios que no hubo pérdidas humanas, sólo parte de sus casas y algunos animales. Pensando en todo esto del desastre, vino a nuestra mente, que estas cosas nos causan cierto temor; pero olvidamos temer a quien tiene el dominio sobre la naturaleza, al Todopoderoso. No es coincidencia que para estos días, toque enseñarles acerca del diluvio. Es chévere poder recordarle a la gente que no deben tener temor de otro diluvio, porque Dios prometió que no destruiría más al mundo con agua. Pero que estas cosas, nos recuerdan lo que Él puede hacer. Y que su segunda venida está cerca.

Escrito por Braulio y Jacquelín de Fuenmayor

Fuente: http://www.comimex.org