La vida del apóstol Pablo es un ejemplo claro de un misionero transcultural, rodeado de amigos y hermanos en la fe, a quienes Dios puso en su vida para cuidarle y ministrarlo, siendo de gran apoyo en su ministerio, facilitando que pudiera cumplir el llamamiento de llevar el evangelio a todas las naciones.
El cuidado al misionero no era una tarea exclusiva de personas “expertas” o especializadas. La Biblia nos muestra que todos somos miembros del cuerpo de Cristo y como tales, todos y cada uno debemos mantener la unidad, procurándonos, preocupándonos unos por otros, cuidándonos y exhortándonos a seguir creciendo en el conocimiento del Señor, para cumplir la obra que nos ha sido encomendada (Efesios 4:15-16; 1 Tesalonicenses 5:14-15).
El apostol Pablo menciona en sus cartas, más de 70 nombres de personas que fueron usadas por Dios para ministrarlo, apoyarlo y cuidarlo. Algunos de ellos fueron Febe, Priscila y Aquila (Romanos 16:1-4) que lo ayudaron y hasta fueron capaces de exponer su vida por él. Estefanás, Fortunato y Acaico (1 Corintios 16:17-18) confortaron su espíritu. Aristarco, Marcos y Justo (Colosenses 4:10-11) se encargaron de consolarlo. Onésimo (2 Timoteo 1:16-17) muchas veces buscándolo con solicitud, lo confortó y le fue de gran bendición. También los hermanos de Tesalónica, enviaron por medio de Timoteo saludos cariñosos, buenas noticias de su fe y amor, lo cual para el corazón de Pablo, en medio de toda su aflicción y necesidad, fue de mucho consuelo. Los hermanos de Corinto fueron usados por Dios para bendecir y confortar a Pablo que estaba pasando por conflictos externos y temores internos, de tal forma que decidieron enviar a Tito para demostrarle en palabra y hecho el amor y solicitud que ellos le tenían (2 Corintios 7:5-7). Los filipenses se hicieron presentes, por medio del apoyo económico (Filipenses 4:10.15).
Pablo no estuvo solo para cumplir el llamamiento que Dios le hizo, el Espíritu Santo lo usó poderosamente y el Señor lo rodeó de miembros de su cuerpo para bendecirlo y tomar parte en el extendimiento de su reino hasta lo último de la tierra.
Como Pablo, los misioneros transculturales hoy día necesitan apoyo y cuidado en el área espiritual, emocional, física y de relaciones interpersonales. El recurso humano es lo más valioso que tenemos, es por eso que debemos cuidarlo y ministrarlo. Este es un privilegio de gran responsabilidad que implica orar con vehemencia por ellos y sus familias constantemente, así como por sus colaboradores y la gente a quienes ministran (Efesios 1:15-23; 3:14-19: Filipenses 1:9-11: Colosenses 1:9; 4:2-4: 2 Tesalonisenses 3:1-2: Efesios 6:18-19: 1 Timoteo 2:1-2). Pero también debemos estar dispuestos y listos para escucharlos (Santiago 1:19), animarlos y edificarlos (1 Tesalonisenses 5:11), llevar las cargas juntamente con ellos (Gálatas 6:2) y restaurarlos en amor (Gálatas 6:1; Romanos 15:1-7).
El cuidado empieza mucho antes de que el misionero se prepara para salir; continúa mientras está en el campo y sigue cuando regresa a casa. Pablo siempre contó con el apoyo emocional, espiritual y financiero, tanto de líderes como de hermanos creyentes en la fe; juntos participaron en la defensa y confirmación del evangelio. (Filipenses 1:1-8; 4:15).
El cuidado al misionero involucra tres niveles diferentes de personas:
- El pastor y líder que reconoce la necesidad del cuidar, apoyar, entrenar y sostener a su misionero.
- La persona con los dones, visión y talentos para establecer y mantener un programa que se encargue de orientar, ministrar, actualizar y ayudar al desarrollo constante del misionero y su familia, desde antes de ir al campo y aun después que haya regresado.
- Cada miembro es responsable del bienestar del misionero (1 Corintios 12:25).
Algunas ideas prácticas de como cuidar a su misionero.
Antes de salir:
- Ore constantemente por él y su familia. Pregunte en qué áreas específicas necesitan más oración.
- Ayude a encontrar información sobre el país al que irán, así como del grupo específico al que ministrarán. Vaya a las librerías, consulte el internet, lea revistas y materiales misioneros y esté pendiente de las noticias diarias en el periódico sobre artículos relacionados con el tema.
- Apoye investigando qué tipo de visa, lugar de expedición, costos y requisitos se necesitan para entrar al nuevo país. Pregunte sobre los requisitos en cuanto a las vacunas, seguro, envío del dinero y seguridad requeridos por el país al que irán.
- Esté dispuesto a escucharlos, animarlos y apoyarlos mientras se dispone para salir; seguramente sus emociones estarán variando.
- Ayude a conseguir todo el equipo que necesitaran para el viaje. Puede apoyarlos en hacer sus compras (si ellos prefieren hacerlas) y si tienen niños ofrézcase a cuidarlos mientras ellos salen a realizar sus diligencias.
- Ayude a empacar las cosas que dejaran almacenadas en su casa, así como las que necesitaran llevar al viaje.
- Provea de comida preparada los últimos días antes del viaje, a fin de que puedan tener tiempo y concentrarse en los últimos detalles.
- En caso de requerirlo, ofrezca su hogar para que se hospeden un día antes de su partir.
- Encárguese de hacer las copias de la carta de oración y envíelas a su lista de intercesores.
- Organice una reunión abierta para todos sus amigos para que puedan despedirse de ellos.
- Planee un servicio especial de envío y despedida acompañado de una reunión de compañerismo.
- Tome fotos de sus reuniones con amigos y hermanos en la fe y revélelas antes de que se vaya, para que se lleve el recuerdo de sus últimos días y del amor expresado por todos.
- Escriba un artículo para el boletín de la congregación o para la revista denominacional, compartiendo que su misionero y familia (en su caso) está por salir, animando a los hermanos a comprometerse en oración tanto por él como por el país y grupo al que ministrará; así como a comprometerse en apoyarlo económicamente con la seguridad de que todo redundará en bendición.
- Pregunte en qué puede ayudarlos y si necesitan algo, esté disponible con su tiempo y sus recursos. En ocasiones, probablemente necesitaran su coche o camioneta para llevar cosas de un lugar otro.
- Asegúrese de llevarlos al aeropuerto, terminal de autobuses o trenes. Un grupo puede ir a despedirlo, acompañándolos antes de partir.
Mientras está en el campo:
- Ore constantemente por él y su familia.
- Escríbale seguido y compártale sobre su vida, pensamientos y sentimientos. Mande fotos ya sea por internet o correo normal. Permítale seguir siendo parte de su vida aun cuando esté a distancia.
- Manténgase actualizado de lo que su misionero hace. Respóndale cada vez que le escribe y conteste lo que le pregunte. Use esas cartas para tener motivos específicos de oración.
- No olvide enviarle felicitaciones en el día de su cumpleaños, aniversarios, ocasiones especiales o festividades. Mándale una carta especial, una tarjeta bonita, llámelo por teléfono o envíele algo por fax.
- Si el misionero está casado, no olvide que la esposa también necesita que las mujeres de la iglesia le escriban y animen al igual que los niños a los hijos de ellos.
- Con el fin de animarlo y mostrarle su apoyo, mándele de vez en cuando “paquetes de amor” que contengan cosas que al misionero le agradan y le sean útiles como sermones grabados, estudios bíblicos o música de alabanza y de adoración.
- Considere visitar a su misionero en el campo para animarle y conocer la obra que juntos están llevando.
- Grabe un video con algún evento especial y mándele saludos para que vaya viendo a los nuevos miembros y los cambios que la gente va teniendo.
- Cuando usted lea un libro que considere de beneficio y edificación, no dude en hacérselo llegar.
- Envíe sus cartas de oración y compártalas con sus amigos y familiares.
- Ayude a cuidar la casa del misionero y visite con regularidad a los familiares que quedaron en su país de origen.
- Asegúrese de que el envío de sus recursos monetarios estén a tiempo y completos.
Cuando regresa a casa:
- Ore constantemente por él y su familia en el proceso de la readaptación.
- Organice un grupo para recibirlo y darle la bienvenida en la estación del tren o camión.
- Tenga su casa limpia, preparada para ser habitada, con comida en la alacena y el refrigerador.
- Esté dispuesto a ayudar a conseguir las cosas que requieran cuando lo necesiten.
- Consiga un medio de transporte que pueda utilizar para movilizarse.
- Organice en la iglesia un servicio especial de gratitud por la fidelidad de Dios y la manera en como él los usó y cuidó en el extranjero.
- Planeé una reunión informal para recibir amigos y familiares que quieran visitar al misionero.
- Llévelos de compras y muéstreles nuevos lugares.
- Provea de comidas preparadas, invítelos a comer a su casa o llévelos a su restaurante favorito.
- No los sobrealimente, su sistema digestivo está reajustándose a los nuevos sabores y condimentos.
- Asegúrese de que se le haga un chequeo médico completo. Haga los arreglos y encárguese de cubrir todos los gastos.
- Permita que descansen todo el tiempo que necesitan los primeros días. Recuerde que su cuerpo y sus emociones están ajustándose al cambio de horario y cultura.
- Esté pendiente de presentarle a la gente nueva de la iglesia.
- Actualícelo en cuanto a los eventos y acontecimientos importantes en la sociedad.
- Un mes antes de que llegue su misionero, mantenga un calendario para que la gente apunte la fecha, en que visitará e invitará al misionero a su casa o a salir. Esto evitará que se acumulen las invitaciones. Cuando lo invite a comer o de visita tenga algunas fotos para mostrarle.
- Defina una o más fechas para que su misionero comparta sus vivencias, experiencias y fotos.
- Esté disponible para escucharlo y hacerle preguntas de interés sobre su vida y ministerio en el país donde sirvió.
- Es importante darle espacio para que haga sus cosas y decida qué desea hacer.
Como parte del cuidado al misionero es necesario proveerle de constante entrenamiento y capacitación.
Es necesario:
- Ayudarlos a conocer diferentes métodos de estudio de la Biblia para beneficio y aplicación.
- Darles una enseñanza sobre guerra espiritual, intercesión y como vencer diferentes tentaciones.
- Prepararlos para enfrentar el choque cultural y saber cómo disminuir el estrés.
- Proveer de talleres que los ayuden a saber cómo resolver conflictos y cómo animarse unos a otros.
- Dar diferentes métodos de aprendizaje para el estudio de un nuevo idioma y capacitación en el área de liderazgo y trabajo en equipo.
- Entrenarlos en principios básicos de consejería.
Se concluye que el cuidado misionero es:
- Bíblico.
- Imprescindible, porque no podemos limitar el potencial del misionero sino apoyarlo a que rinda al 100% de su capacidad.
- Urgente porque ya se están enviando misioneros al campo sin este cuidado, exponiéndose a fracasos. Dios sigue levantando obreros y debemos evitar que regresen del campo desanimados, sintiéndose fracasados y frustrados ya que esto afecta tanto al misionero, el campo y la iglesia que envía.
- Edificante porque la iglesia es grandemente bendecida, el misionero y su familia es reconfortada, apoyada y animada a permanecer y continuar con la labor que les ha sido encomendada.
Escrito por Gloria Bustamante Zamora
Fuente: http://www.idportodoelmundo.com