Al fin, llegué a tal nivel en mi conocimiento del idioma y la cultura ifugao (las Filipinas) que pude iniciar la enseñanza pública. Con entusiasmo desarrollé varias lecciones bíblicas siguiendo el bosquejo temático que había recibido en el entrenamiento misionero, a saber: la Biblia, Dios, Satanás, la humanidad, el pecado, el juicio y Jesucristo. Después de presentarles a los oyentes la base de la autoridad (la Biblia), proseguí rápidamente a la segunda parte del bosquejo (Dios), y así sucesivamente. Presenté las lecciones según los temas y de forma sistemática. Mi meta era no sólo comunicar el evangelio, sino comunicarlo de tal manera que los oyentes pudieran compartirlo luego con otros. Pero al enseñar, no tardé en descubrir que para los ifugao les era difícil seguir mis presentaciones temáticas, y les era aún más difícil explicar el contenido a otros. Esto me dejó asombrado y perplejo.
Urgía hacer algunos cambios, así que añadí a las lecciones algunas historias tomadas del Antiguo Testamento con el fin de ilustrar los conceptos abstractos de las lecciones por medio de ejemplos concretos (por ejemplo: la creación, la caída, Caín y Abel, el diluvio, el éxodo de Egipto, el recibimiento de los diez mandamientos, el Tabernáculo, Elías y Baal). La reacción fue fenomenal. No sólo cobraron vida las sesiones, sino que de inmediato se volvieron evangelistas los oyentes, contándoles las historias a sus amigos. A partir de ese momento, integré las historias en todos mis esfuerzos evangelísticos.
El arte de narrar historias ha decaído. En el occidente, un número de mitos huecos se ha desarrollado relativo a la utilidad o al propósito de las historias. Tres de estos mitos son: que las historias son para los niños, así como los cuentos; que al llegar a edad adulta, el gusto por las historias se pierde, siendo reemplazado por el pensamiento objetivo; y por último, que el carácter humano se forma en base a los dogmas, los credos y la teología, no en base a las historias. Por consiguiente, los plantadores de iglesias, a veces sin querer, han dejado a un lado este modo vital de comunicación. Propongo siete razones por las cuales creo que la narración de historias debería llegar a ser una importante habilidad comunicativa adquirida por todos los plantadores de iglesias.
1. La narración de historias es una forma universal de comunicación.
No importa para dónde viajes en el mundo, a la gente le encanta oír y contar historias. Este deseo no disminuye con la edad. Los niños, los adolescentes y los de la tercera edad, todos gozan de entrar en las experiencias de otros a través de las historias. Al discutir cualquier tema, a menudo surgen historias como parte íntegra del diálogo. Sea para comprobar el argumento de uno, interponer humor, ilustrar alguna observación clave, consolar a algún amigo desanimado, retar al campeón, o simplemente pasar el tiempo, las historias tienen una forma singular de filtrarse a la conversación.
El medio ambiente no limita el chorro de historias. Las historias se escuchan en las iglesias, en los tribunales, en los teatros, en los hogares, en los autobuses, en los carros, en el vestidor del gimnasio, en las cárceles y hasta durante una caminata por el bosque. Las historias se oyen por dondequiera. Todo el mundo no sólo cuenta historias, sino que siente la necesidad de hacerlo.
2. Casi el 70 por ciento de las personas del mundo prefiere el modo concreto de aprendizaje.
El número de analfabetos y semialfabetizados del mundo probablemente supera el número de alfabetizados. La gente con poco trasfondo literario tiende a expresarse más por medio de las formas concretas (las historias y las imágenes) que por medio de los conceptos abstractos (el pensamiento proposicional y la filosofía). Así como la gente de otras partes del mundo con un trasfondo literario limitado se inclina por el modo concreto de comunicación, en la actualidad cada vez más estadounidenses comparten su gusto. La cultura norteamericana está experimentando un giro grande en la clase de comunicación preferida, lo cual se atribuye a la televisión.
El “sound bite” (recorte de audio) promedio de la televisión dura unos trece segundos y las imágenes permanecen un promedio de menos de tres segundos en pantalla, a menudo sin lógica lineal. Por tanto no es de extrañarse que los que estén bajo su influencia tengan poca motivación y tiempo para leer. Como consecuencia, muchos periódicos han clausurado mientras las tiendas de videos multiplican. Si los plantadores de iglesias dependen en demasía de las estrategias basadas en lo abstracto y literario para la evangelización y la enseñanza, pueden pasar por alto las dos terceras partes del mundo (Steffen 1993).
3. Las historias hacen una conexión con la imaginación y las emociones
La comunicación eficaz debe impactar no sólo la mente sino también la imaginación y las emociones. Contar historias es uno de los mejores métodos de comunicación para realizar este objetivo.
Al tiempo que las historias proporcionan fechas, horas, lugares, nombres y cronologías, también producen lágrimas, gozo, temor, ira, confianza, autojustificación, convicción, sarcasmo, fantasía, desesperación y esperanza. Hacen que los oyentes entren en las vidas de los personajes (sean humanos, animales, objetos – verdaderos o ficticios). Los oyentes (o participantes) no sólo escuchan qué les pasó a estos personajes, sino que también, por medio de la imaginación, participan personalmente en la experiencia.
A la gente le gustan las historias porque éstas reflejan su vida total, tanto los hechos como sus sentimientos. Las historias entretejen de una manera única la razón, el misterio y las reacciones humanas, haciendo que los oyentes reflexionen sobre sus creencias y sus acciones. Las historias le dan vuelo a la imaginación, haciendo del aprendizaje una experiencia emocionante y transformadora.
4. Cada una de las religiones principales del mundo emplea las historias para socializar a sus jóvenes, para convertir seguidores en potencia y para adoctrinar a sus miembros.
El budismo, el islám, el hinduismo, el judaísmo, el cristianismo – todos hacen uso de las historias para aumentar (y también limitar) el número de miembros, para asegurar la conversión de generaciones venideras y para madurar a sus discípulos. Al evangelizar a judíos o a gentiles, el apóstol Pablo relataba historias apropiadas para su audiencia. Los judíos incrédulos oían de sus héroes tradicionales, tales como Abraham, Moisés y David (Hechos 13:13-43). Los gentiles incrédulos oían del Dios Todopoderoso tras la historia de la creación (Hechos 14:8-18; 17:16-34). Lo mismo se aplicaba a la instrucción de los creyentes inmaduros y de los maduros. Cada una de las religiones principales del mundo utiliza las historias para distinguir a los miembros verdaderos de los falsos, y para diferenciar entre el comportamiento aceptable y el inaceptable. Las historias crean comunidad. ¿Será posible que una de las razones por ello sea que las historias ofrecen una forma inofensiva de cuestionar las creencias y el comportamiento?
5. Aproximadamente el 75 por ciento de la Biblia es narrativo.
Esta gráfica describe los tres estilos básicos de la literatura que predominan en las Escrituras: el narrativo, la poesía y el formato basado en el pensamiento abstracto (Steffen 1993). Las secciones narrativas predominan, abarcando aproximadamente el 75 por ciento de la Biblia. A través de los siglos, los escritores documentaron las acciones de una multitud de personajes, desde reyes hasta esclavos, desde los que trataron de seguir a Dios hasta aquéllos que vivieron por ganancia personal o colectiva, desde animales hasta objetos inanimados. Tales historias sirven como espejos para hacernos reflexionar sobre nuestra propia perspectiva de la vida, y lo que es más importante, la perspectiva de Dios. Koller astutamente señala:
La Biblia no fue dada para revelar las vidas de Abraham, Isaac, y Jacob, sino para revelar la mano de Dios en las vidas de Abraham, Isaac, y Jacob; no como una revelación de María, Marta y Lázaro, sino como una revelación del Salvador de María, Marta, y Lázaro (1902:32)
La poesía abarca aproximadamente otro 15 por ciento del texto sagrado. Los cánticos, lamentos, y proverbios les proporcionan a los lectores y a los oyentes una variedad de medios para expresar y experimentar profundas emociones internas. Estas porciones de las Escrituras demuestran el lado sentimental de la gente (la esfera afectiva), y del Dios que los creó.
El formato basado en el pensamiento abstracto comprende el 10 por ciento restante. Las epístolas del apóstol Pablo, influenciadas por el pensamiento griego, caben dentro de esta categoría en la cual tiende a dominar el pensar lógico y lineal. Por cierto, los occidentales instruidos en la tradición de los griegos, incluyéndome a mí, preferimos dedicar la mayor parte del tiempo de nuestro estudio de las Escrituras a las porciones del estilo literario menos usado en la Biblia. Si Dios comunicó la mayor parte de su mensaje al mundo por medio de las historias, ¿qué le sugiere esto al plantador de iglesias?
6. Las historias crean evangelistas instantáneos, no importa el tema.
Es difícil controlar el deseo de repetir una buena historia. Trátese de un chisme o del evangelio de Jesucristo, algo dentro de cada uno de nosotros quiere escuchar y contar tales historias. Una buena historia es sencillamente difícil de contener. Como los ifugao se identificaban con las experiencias de los personajes presentados en las historias de la Biblia, no sólo respondieron a las historias, sino que también se las repitieron a sus familiares y amigos. Los que escuchan historias se convierten en narradores de historias.
7. Jesús enseñó la teología por medio de las historias.
Es interesante notar que Jesús nunca escribió ningún libro de teología sistemática. Sin embargo enseñaba teología dondequiera que iba. Jesús usó las parábolas para presentarles a sus oyentes nuevas interrogantes y nuevas respuestas a las preguntas fundamentales de la vida. Mientras sus oyentes luchaban con los nuevos conceptos introducidos por medio de los relatos parabólicos, eran retados a examinar sus tradiciones, a formar un nuevo concepto de Dios y a transformar su comportamiento. Conformarse con las realidades del pasado llegó a ser incómodo; sin embargo, aceptar el reto de Jesús de salir del barco, de probar vino nuevo, de poner la lámpara sobre el candelero, de dejar atrás a la familia, y de deshacerse de los bienes materiales, tampoco era una elección satistfactoria.
Sea cual fuere el rumbo que eligieran los oyentes, no podían hallar un punto medio, porque habían tenido un encuentro con Dios, el Autor que trató con los personajes de las historias. Las historias hacían que la razón, la imaginación y las emociones chocaran, exigiendo un cambio de lealtad.
La Biblia empieza con la historia de la creación y termina con una visión de la nueva creación de Dios. Esparcidas entre el alfa y la omega hay una gran cantidad de historias. Pero aunque las historias dominan el paisaje de las Escrituras, raras veces se incluyen intencionalmente en las estrategias de evangelismo y discipulado de los plantadores de iglesias. Leland Ryken hace la pregunta penetrante:
¿Por qué contiene la Biblia tantas historias? ¿Será posible que las historias revelen algunas verdades y experiencias de una manera que no las revela ninguna otra forma literaria? De ser así, ¿cuáles son? ¿Cuál es la diferencia entre el concepto de Dios que se forma al leer historias en las que Dios actúa, y el que nace de leer declaraciones teológicas sobre la naturaleza de Dios? ¿Qué nos comunica la Biblia por medio de nuestra imaginación que no nos puede comunicar por medio de la razón?
Si la Biblia emplea la imaginación como una manera de comunicar la verdad, ¿no deberíamos nosotros demostrar una confianza idéntica en el poder de la imaginación para compartir la verdad religiosa? De ser así, ¿no sería un buen punto de partida respetar la calidad narrativa de la Biblia en nuestra exposición de ella? (1979:38)
Es hora de que los plantadores de iglesias revivifiquen una de las formas de arte más antiguas y universales del mundo: la de contar historias. Esto no sólo aumentará la comunicación entre los plantadores de iglesias y sus audiencias, sino que también aumentará la reproducción de las historias a medida que los miembros de la comunidad de fe les repitan las historias a sus familiares y amigos.
Bibliografía:
Koller, Charles W. Expository Preaching Without Notes. Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1962.
Larson, Donald N. The Viable Missionary: Learner, Trader, Story Teller. Missiology: An International Review. 6 (2): p. 155-163, 1978
McIlwain, Trevor, Building on Firm Foundations: Guidelines for Evangelism and Teaching Believers. Vol. 1. Sanford, FL: N T Mission, 1987.
Ryken Leland. The Bible: God’s Story-Book. Christianity Today, Oct. 5, 1979: 34-38, 1979.
Steffen, Tom A. Passing the Baton: Church Planting That Empowers. La Habra, CA: Center for Organizational & Ministry Development, 1993.
Escrito por Tom A. Steffen
[Traducido por Joe I. Ferguson, Ph.D. con permiso del autor]
Tom A. Steffen es profesor en Biola University, La Mirada, California, USA.
Fuente: http://www.etnos.org