¿Qué Es La Gran Comisión? Jesús nos advirtió que en los últimos días habría un gran engaño. Por lo tanto, la humildad nos indica que debemos no suponer que nuestra expresión personal del cristianismo está perfectamente de acuerdo con el corazón de Dios. ¿Cómo podemos examinarnos a nosotros mismos? Podemos medir el enfoque de nuestras vidas según el último gran mandamiento del Señor, lo que los estudiosos de la Biblia llaman “La gran comisión”. ¿Qué es esta gran comisión? Estas eran las órdenes de Jesús a Sus apóstoles antes de Su ascensión. En otras palabras, esto es en lo que Él deseaba que se concentrara Su iglesia hasta Su retorno. Cristo dijo: “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (Mateo 28:19-20).
Seamos Como Cristo
En esencia, Jesús quiere que nos concentremos en dos cosas: por una parte, en “ir” con una visión de traer a los perdidos a Su reino, y por otra, también en que la Iglesia en general sea como Él: “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes”. Sin embargo, para algunos, la Gran comisión se ha convertido más bien en la gran omisión, ya que a muchos cristianos ni les preocupan los perdidos ni tampoco están asemejándose más a Cristo. La salvación es el primer paso en nuestro trayecto hacia la imagen de Cristo. La visión del Señor es que Su pueblo crezca “…hasta ser en un todo como Aquel que es la cabeza…” (Efesios 4:15). Los que obedecen todo lo que Jesús enseñó, acaban por poseer, a través del Espíritu Santo, la misma vida de Cristo. Sus enseñanzas nos cambian según Su corazón, haciéndonos redentivos en motivación y, al igual que Él, personas que no se ofenden, al buscar la transformación de nuestras naciones. Por lo tanto, la Gran comisión comienza gloriosamente con el evangelismo y la conversión, pero resulta en semejanza a Cristo revelada en las palabras del Señor.
Como El Padre Me Envió A Mí
Cristo nos lama a ser Sus seguidores, diciendo: “Como el Padre me envió a Mí, así Yo los envío a ustedes” (Juan 20:21). Al igual que Él fue enviado al mundo a traer redención, también envió a Sus discípulos. De hecho, el objetivo del discipulado es convertirse en alguien “completamente equipado”, de modo que funcionemos exactamente “como nuestro maestro”, Jesucristo (Lucas 6:40). Y es que muchos creen en Jesucristo, pero son pocos los que maduran espiritualmente hasta el punto de realmente creer como Él. Los que creen como Él tienen fe que les dice que todo es posible. Tienen confianza en que puede ocurrir la redención, incluso en los lugares más oscuros. Por eso, el objetivo de la Gran comisión es que en todas las naciones haya este tipo de cristianos, ya que en su espíritu está el futuro redentivo de cada cultura. En efecto, el Cristianismo puede ser muchas cosas para muchas personas: un lugar de amistades, sanidad y nuevos comienzos; pero su parte principal debe ser el lugar de entrenamiento para que las personas salvas reciban poder para viajar por el camino que lleva a la semejanza de Cristo.
El Objetivo Del Discipulado
El objetivo de Cristo era replicarse a Sí mismo en Sus discípulos y, a través de ellos, replicar Su vida a través del mundo. Por lo tanto, esta cuestión de enseñar Su palabra y de usarla para formarnos desde dentro para fuera, es el objetivo del discipulado. Para mí, el Señor hizo que me detuviera y no pastoreara en absoluto durante tres años. Lo único que hice fue leer y estudiar los Evangelios. A través de este refinamiento concentrado se formó la subestructura de todo lo que el Señor me ha puesto a hacer hoy en día. Dios me redujo de ser un ministro profesional a convertirme en discípulo de Jesucristo, verdadero seguidor de Cristo tal y como lo revelan los Evangelios en palabra y obra. Pero este entrenamiento en las palabras de Cristo es exactamente lo que se ha omitido en muchas de nuestras iglesias y seminarios. Hacemos que nuestros conversos se asemejen más a la imagen de nuestra confesión particular, en lugar de conformarse a la imagen de Cristo.
Piedra Angular: Muchas Veces Rechazada
Jesús dijo: “La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular” (Lucas 20:17). Amado amigo, no podemos separar lo que Jesucristo dice de quien Él es. Cristo y Su palabra son uno. Según el grado en que dejamos de enseñar lo que enseñó Cristo, estamos realmente rechazándolo a Él como Señor. Escuchen como el Señor se asocia a sí mismo con Sus enseñanzas diciendo: “el que me rechaza y no acepta Mis palabras tiene quien lo juzgue. La palabra que Yo he proclamado lo condenará en el día final” (Juan 12:48). También nos advirtió: “Si alguien se avergüenza de Mí y de Mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en Su gloria…” (Lucas 9:26). Él pone nuestra hipocresía en evidencia al decir: “¿Por qué me llaman ustedes ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que Yo les digo?” (Lucas 6:46). Cristo y Su palabra son inseparables. Jesús no era un hombre que se convirtió en la palabra, sino la Palabra eterna que se hizo hombre. Su naturaleza es el Verbo de Dios. Y rechazar o ignorar lo que Él dice es rechazar o ignorar quien Él es.
Entrenamiento De La Gran Comisión
Por lo tanto, me parece que si no estamos ofreciendo un entrenamiento que se concentre en que nos asemejemos a Cristo, estamos fallando en la parte principal de la Gran comisión. Por supuesto, este entrenamiento puede llevarse a cabo de diversas maneras, incluso sin usar siquiera la expresión “imagen de Cristo” en su vocabulario. Sin embargo, el objetivo expreso de la Gran comisión es la salvación de los perdidos conduciéndonos a la semejanza de Cristo y de Sus enseñanzas. Por lo tanto, pastores, sea cual fuere su confesión o historia cultural, debemos poseer dos cosas: amor hacia los perdidos, y una visión de alcanzar la imagen de Cristo. Elaboren su propio plan de estudios o utilicen materiales de capacitación ya preparados, pero no omitan la Piedra Angular al construir Su iglesia. Intercesores, manténganse firmes sin ofensa y comprométanse a buscar discípulos genuinos y a semejanza de Cristo para su iglesia. No se rindan, incluso si tardan años en ver la transformación.
- Queridos amigos, asegurémonos de que estamos cumpliendo la Gran Comisión, y no la gran omisión.
Escrito por Francis Frangipane