Los Criterios de Excelencia en Centros de Entrenamiento Misionero

En estas dos últimas décadas se ha producido una explosión  mundial en la cantidad de centros de capacitación misionera. Las importantes contribuciones, como así también las necesidades concretas de estos centros fueron el tema central de la Comisión de Misiones de la WEF (World Evangelical Fellowship: Hermandad Evangélica Mundial), la cual se llevó a cabo en Manila en 1989. Pero aún antes de que esta conferencia tuviera lugar, se elaboró un banco de datos con el propósito de establecer una red internacional de centros de capacitación misionera. Además, este boletín informativo se realizó con el propósito de colaborar con dicha red. El libro titulado Capacitación Misionera Transcultural (Internationalising Missionary Training) fue publicado luego de la conferencia en Manila, agrupando ensayos y estudios de casos presentados en dicha ocasión, además de otros temas y ejemplos de interés para los entrenadores misioneros.

Entre sus objetivos, la Comisión de Misiones continúa incluyendo la asistencia a los entrenadores misioneros y sus respectivos centros de capacitación. En 1996, Bill Taylor, Director Ejecutivo de la Comisión de Misiones, me encomendó la labor de dirigir un grupo de trabajo con el fin de identificar las cualidades que distinguen a los centros misioneros efectivos y sus programas de entrenamiento. Los miembros de este grupo de trabajo  incluían a  Seth Anyomi (director del centro de capacitación misionera en Ghana), Bárbara Burns (educadora misionera en Brasil), Met Castillo (presidente de un centro de capacitación misionera en las Filipinas), David Harley (educador misionero y director de un centro de capacitación misionera en Singapur), Steve Hoke (educador misionero en los EE. UU.) Jonathan Lewis (miembro de la Comisión de Misiones y luego director de un centro de capacitación misionera en el centro de Argentina) y a David Tai-Woong Lee (director de un centro de capacitación misionera en Korea). Desde el comienzo de esta tarea se unió a nosotros C. Barnabás ( Secretario del Consejo del Instituto de  Misionología de la India).

Los miembros de este grupo de trabajo se reunieron durante las conferencias de la Comisión de Misiones que tuvo lugar en Langley en el año 1997, British Columbia y en la que se llevó a cabo en Foz de Iguazú, Brasil en 1999. Las reuniones durante estos eventos fueron complementadas por un diálogo fluido por medio de correo electrónico. A medida que la labor de este grupo de trabajo iba progresando, nuestras conversaciones comenzaron a girar en torno a tres preguntas: ¿Cuáles son las características de los capacitadotes misioneros eficaces? ¿Cuáles son las características de los programas efectivos para la capacitación de misioneros? ¿Cuáles son las cualidades típicas de las personas indicadas para el entrenamiento en un centro de capacitación misionera?

Características de Entrenadores Misioneros Eficaces

Probablemente, las decisiones más críticas que se deben tomar cuando se funda y organiza un centro misionero efectivo están relacionadas con la selección del personal de capacitación .Ninguna  institución de entrenamiento puede lograr en sus alumnos un nivel más alto que el de su propio personal. Es importante recordar, además, que “el discípulo no es superior a su maestro;  pero todo el que sea perfeccionado, será como su maestro” (Lc. 6:40). En consecuencia, las cualidades que posean los entrenadores deben ser aquellas que se quieran obtener en  los graduados. Muchas instituciones cometieron graves errores en este aspecto. Con la intención de obtener el mejor personal para sus programas de capacitación han reclutado a profesores con títulos académicos superiores, a menudo aquellos que recién terminaban sus estudios universitarios o de postgrado. Esta es una elección razonable si el propósito de la institución es formar teóricos brillantes. Sin embargo, si el objetivo es formar a profesionales realmente buenos en las tareas prácticas, los universitarios recién graduados constituyen una elección pobre. Los entrenadores misioneros mejor calificados siempre poseen una amplia experiencia en distintas culturas. En el caso de que el candidato haya obtenido un título superior, muy probablemente él o ella ha pasado pocos años en el ministerio transcultural luego de haber terminado sus estudios y comenzado a ejercer.

Del principio de que el maestro debería modelar las cualidades deseadas en los graduados también se desprenden las siguientes dos características. Los graduados deben haber alcanzado una buena madurez espiritual y también demostrar madurez en sus relaciones interpersonales a fin de estar preparados para el ministerio transculturar y ser efectivos en el mismo. Los entrenadores misioneros, por consiguiente, deben aferrarse a normas estrictas en estas áreas. Esto incluiría las cualidades bíblicas de “una buena reputación entre los no creyentes” y “una vida familiar saludable” (ver 1ª Tim. 3:7, Tit. 1:6). Los entrenadores que no demuestren crecimiento espiritual o madurez en su relacionamiento con otras personas serán incompetentes para guiar a sus aprendices o (¡peor aún!) serán modelos negativos para un ministerio de liderazgo.

Los entrenadores misioneros eficaces poseen además dones manifiestos para la enseñanza y formación de adultos. De esta aptitud se desprenden dos factores. En primer lugar, el entrenador eficaz estará  dotado para la enseñanza y habrá desarrollado este talento en trabajos previos de enseñanza y formación. En segundo lugar, el entrenador sabrá cómo los estudiantes adultos procesan la información y adquieren nuevas habilidades; y este conocimiento se podrá aplicar a la selección de métodos adecuados para el entrenamiento.

En última instancia, los entrenadores de misioneros tendrán que haber alcanzado competencia en uno o más aspectos del plan de estudios del centro de capacitación. Cada miembro del personal debe estar preparado para contribuir en la tarea de capacitación. Los entrenadores deben estar bien preparados para desempeñar sus tareas de capacitación. Raramente se pueden justificar las meras reproducciones de especializaciones. Por lo tanto, la preparación de un personal de capacitación debe asumirse con seriedad y en oración.

Características de Programas Efectivos en la Capacitación Misionera

El grupo de trabajo logró detectar cinco características que distinguen los programas de los centros que son efectivos en la capacitación misionera. Primero, dichas instituciones estarán orientadas consiente e intencionalmente hacia el desarrollo del carácter y las habilidades necesarias para el ministerio transcultural. Estos centros son además, claros en cuanto a sus propósitos u objetivos y se concentran en la tarea a realizar. Aunque los entrenadores de misiones valoran y apoyan el papel crucial que cumplen las Escuelas Bíblicas y los Seminarios en la preparación para el liderazgo de la iglesia, a su vez comprenden que el llamado que ellos tienen es distinto al de estos últimos. Cuando no sea fácilmente accesible una apropiada educación bíblica y teológica para los misioneros en formación, el centro de capacitación misionera deberá proporcionar este fundamento a fin de que el servicio misionero llegue a ser efectivo. Aun en estos casos, los entrenadores continúan focalizados en la preparación para el trabajo misionero y no se confunden con respecto a su llamado.

En segundo lugar, el centro  misionero es una vida en comunidad abocada al desarrollo de las cualidades propias de la conducta cristiana y al perfeccionamiento de las habilidades en las relaciones interpersonales. La vida en comunidad es central para el trabajo en estos centros. Mientras que la vida universitaria se desarrolla en torno al salón de clases y la biblioteca, la vida comunitaria es vital para el centro de capacitación misionera. En el intenso relacionamiento de la vida diaria, se ponen en evidencia las debilidades personales, se fortalecen las virtudes cristianas y se pulen las relaciones interpersonales. Esto se logra de una manera óptima cuando los alumnos y los entrenadores viven juntos, trabajan juntos, comen juntos, adoran juntos, van a las misiones juntos, vencen barreras culturales juntos, se ríen juntos, lloran juntos y oran juntos. En ningún otro sitio se puede vivir la misma intensidad en las relaciones que el alumno experimentará en el equipo misionero o en las presiones del ministerio transcultural. A menos que las cualidades y habilidades necesarias estén bien desarrolladas, un futuro incierto les estará esperando en el campo misionero.

En tercer lugar, los centros efectivos de capacitación misionera utilizan estratégicamente el aprendizaje tanto formal como no formal. La importancia del aprendizaje informal en el entrenamiento misionero ya ha sido corroborada por la posición central que ocupa la vida comunitaria. En medio de la vida y el ministerio, a medida que el personal a cargo de la capacitación da forma a una vida de devoción a Cristo y de pasión por un mundo para cuya salvación Él murió, los alumnos son llevados a compartir esta vida. Generalmente se ponen en evidencia de manera espontánea las debilidades personales e interpersonales en el transcurso de la vida diaria y del ministerio. Esto brinda la oportunidad para guiar y aconsejar a los alumnos personalmente.

Sin embargo el aprendizaje no formal es también muy importante para la labor del centro de capacitación misionera. Discusiones guiadas por el personal sobre los estudios de casos particulares en el campo misionero ayudan al aprendiz a imaginarse a él o ella misma en situaciones no familiares y a buscar modos apropiados de conducirse. Los encuentros de ministerio tanto simulados como reales son también vitales en el entrenamiento misionero. El modelo de Jesucristo es familiar para el entrenador: el Señor Jesús ministrado ante sus discípulos y con ellos, luego mandándolos de dos en dos, llamándolos para “evaluación” y enviándolos nuevamente. Los centros que quieren lograr buenos resultados utilizan métodos de aprendizaje formales y no formales en por lo menos un 50% del entrenamiento.

Cabe destacar en cuarto lugar, que el aprendizaje basado únicamente en la vida comunitaria y en la enseñanza brindada en el centro de capacitación no es lo adecuado para la preparación misionera. Los buenos centros incluyen además una experiencia de campo significativa dentro de sus programas. Un 25%  o más del tiempo de entrenamiento es invertido en el compromiso continuo en una situación misionera real. Los ministerios que se desarrollan durante los fines de semana, a pesar de poseer cierta utilidad, no producen el mismo efecto de capacitación como un trabajo de tiempo completo o una tarea en el ministerio. Sólo en medio del ministerio se pueden desarrollar y probar completamente las cualidades propias del mismo. En algunos casos, el personal del centro de capacitación puede supervisar y aconsejar a las personas que desempeñan tareas de campo. En otros casos, el mismo personal se puede reunir y entrenar a los supervisores de las tareas de campo quienes presentarán informes sobre aprendiz al personal . El trabajo de campo es considerado como un aspecto de suma importancia en la preparación de obreros para el campo misionero, sin embargo, esto no es un modo de mantener  a los alumnos ocupados mientras los maestros y colaboradores se ocupan de otras cosas. Las lecciones aprendidas en el ministerio o en las evaluaciones subsiguientes constituyen un aspecto importante de la contribución que los centros de capacitación misionera pueden hacer para sus alumnos.

Por último, los centro misioneros efectivos tienen programas de estudio en estrecha relación con la tarea a desempeñar. Los graduados de los mismos deben estar familiarizados con la historia y el mensaje de la Biblia. Deben entender las bases bíblicas para el compromiso misionero. Además deben tener en claro cuál es su lugar en la expansión de la iglesia y estar preparados para aplicar la experiencia de generaciones anteriores a sus propias vidas y contextos misioneros. Deben ser expertos en el aprendizaje de una nueva cultura y en la adquisición de un nuevo idioma. También deben ser testigos eficaces del evangelio capaces de reunir a creyentes en una iglesia reproductiva. Esta es una lista corta, ya que de acuerdo con los diversos contextos se deberán añadir otros cursos más específicos en cada centro en particular. Sin embargo, sea lo que fuere que el plan de estudios del centro de capacitación incluya y sea cual fuera la forma que esté organizado, deberá incluir estas disciplinas centrales.

Los centros de capacitación pueden ofrecer cursos que provean este tipo de instrucción para los obreros o bien pueden establecer requisitos de admisión que aseguren que los alumnos ingresen ya con el conocimiento de algunos aspectos de este plan (por Ej.: familiaridad con  las historias y el mensaje de la Biblia). No obstante, dos aspectos deben ser considerados con cautela. Primero, dado que los alumnos aprenden de sus maestros (como se mencionó anteriormente) el personal  debe saber si estudios llevados a cabo en otros contextos no hayan provocado ya una reflexión misionológica similar o producido el  mismo cambio de vida perseguidos por  el entrenador misionero. Segundo,  no se debe asumir que los  cursos de un Instituto Bíblico o Seminario puedan acortar significativamente  el tiempo requerido en la vida comunitaria del centro de capacitación misionera o en las tareas de campo asignadas a los alumnos. ¡La formación misionera lleva tiempo!

Características de los alumnos

Identificar las características pertinentes a las personas que procuran ser entrenadas es una tarea de suma importancia para que la labor de centro de capacitación misionera sea eficaz. El personal y el programa adecuados aplicados a alumnos no indicados nunca podrá anticipar un resultado positivo. A veces, por su puesto, debemos estar preparados para que Dios rechace nuestro modo de selección. Sin embargo, un acuerdo básico  sobre los requisitos propios de los alumnos facilitará la tarea de los entrenadores, evitará el riesgo de tener obreros no preparados para los rigores del ministerio transcultural y además reducirá a un mínimo los “accidentes” misioneros y daños a la causa de Cristo. Generalmente se reconocen tres requisitos fundamentales:

En primer lugar, los candidatos deben demostrar evidencia creíble de un llamado personal y entrega al ministerio transcultural. Algunos centros sólo admiten obreros que hayan sido designados por sus iglesias o un agencia misionera para el  ministerio transcultural. Otros aceptan alumnos  que no están afiliados a una agencia, pero sí que revelan un llamado al servicio transcultural . “Estudiantes” en busca de  un desarrollo personal o con una mera curiosidad  pueden trastornar la dinámica de una vida comunitaria y entorpecer el desarrollo de los otros.

En segundo lugar, los candidatos a entrenarse deben poseer la salud física y estabilidad emocional necesarias para la vida transcultural. La vida en el campo misionero muy a menudo confronta a los obreros con una amplia variedad de desafíos culturales, lingüísticos, sociales, estructurales, tecnológicos, y médicos con los cuales ellos nunca habían tenido que enfrentarse en su tierra natal. Estos desafíos, al ser enfrentados tanto personalmente como en familia, y además sumados a las presiones del ministerio, producen un estrés considerable. Si la salud física del obrero o su estabilidad emocional son frágiles, él o ella probablemente no debería ser considerado como candidato para el entrenamiento misionero.

Finalmente, se deben vislumbrar en los candidatos para el entrenamiento misionero los niveles de pureza moral y madurez espiritual necesarios para el liderazgo en el ministerio. Si las cualidades morales básicas para el ministerio del liderazgo han sido afectadas o dañadas, es muy poco lo que el centro de capacitación misionera o el propio candidato pueden hacer para restituir lo que se ha perdido. Seguramente habrán otras oportunidades en el ministerio aunque no sea en el frente misionero. En lugar de simplemente rechazar al aspirante, el personal del centro de capacitación, debería estar capacitado para aconsejar a dicha persona o su iglesia hacia un área posible en el servicio en la cual el obrero pueda involucrarse.

Por otra parte, si el candidato carece de madurez espiritual, su iglesia puede proporcionarle  alimentación adicional y, con suficiente tiempo, esto puede resultar en que dicho candidato se reincorpore exitosamente. Los responsables del centro de entrenamiento deben comunicarse directamente con los líderes de la iglesia del candidato para explicar los indicios particulares de falta de madurez y las áreas en las cuales es necesario un crecimiento espiritual. En algunas de estas ocasiones el centro misionero puede recomendar o proveer recursos para que la iglesia utilice en este proceso.

Otros factores

A pesar de que el enfoque del grupo de trabajo ha sido en las características positivas de los centros efectivos de capacitación misionera, su personal y alumnado; la lista precedente es igualmente válida para los factores que no han sido mencionados. No se hace mención alguna sobre el lugar físico para la ubicación de dichos centros, ya sea urbano o rural, moderno o primitivo, propio o alquilado.
Si bien se asume que un centro de capacitación misionera debe contar con los medios necesarios para apoyar su programa, no se ha hecho mención específica sobre la tecnología o de los recursos bibliográficos. No obstante, programas efectivos de capacitación no pueden llevarse a cabo sin las herramientas adecuadas y apropiadas.

Tampoco se han sugerido estructuras administrativas ni programas para la fundación. Normas bíblicas de conveniencia e integridad unen a todos los cristianos, pero los entrenadores misioneros enfrentan estas normas en una variedad de formas.

No  se ha hecho mención en cuanto a la duración del programa de capacitación misionera ya que el mismo va a variar dependiendo de la extensión del mismo y de la  preparación de los candidatos .De cualquier manera y como ya se mencionó, la capacitación para la vida y el ministerio de las misiones lleva tiempo. Los programas “intensivos”  deben ser abordados con mucho cuidado, asegurándose de que los fines formativos y de relacionamiento interpersonal de un buen entrenamiento misionero sean respetado en su totalidad.

Tampoco se especifica el número de personas que deben conformar el personal del centro misionero, ya que el mismo dependerá del tamaño y diseño del programa. Los profesores y maestros deberán sin embargo, prestar  atención en disminuir el acercamiento en la relación maestro-alumno  requerido en el entrenamiento informal y no formal, en comparación con lo que se considera aceptable en las instituciones académicas de formación formal.

También se dejan sin especificar los requisitos que debe reunir el personal del centro. En algunos casos, la capacitación bíblica y misionológica avanzada puede considerarse importante, pero nunca a expensas de las cualidades antemencionadas. Miembros del personal que hayan sido formados en el rigor de la escuela y el ambiente familiar con las disciplinas  y recursos misionológicos pueden constituir una gran ventaja para el programa de capacitación. En al selección de personal siempre se debe dar prioridad a la experiencia de campo y a las relaciones interpersonales productivas antes que a los logros académicos.

Por ultimo debemos resaltar que no se ha hecho mención alguna en lo referido a los antecedentes académicos de los alumnos. Algunos centros pueden armar sus programas para personas con algún nivel previo de formación, sin embargo esto no debe ser necesariamente así en todos los casos. En efecto, una  relación muy estrecha del programa con un criterio académico, ya sea en esta área o en otras, puede perjudicar sus propósitos más importantes.

Existe una gran variedad en la forma y diseño de centros efectivos de capacitación misionera. Las áreas más fáciles de precisar y controlar están entre aquellas en las cuales existe una mayor variedad. No obstante, todos los centros misioneros efectivos comparten algunas características. Los miembros  de este grupo de trabajo admiten que algunas de las características identificadas no son inmediatamente alcanzables en todos los contextos. Sin embargo, se han resaltado algunas con el fin de alentar a los entrenadores misioneros y proporcionar una guía para aquellos que quieran fortalecer la capacitación misionera.

Nota de la traductora: En este texto se han usado como sinónimos los vocablos “capacitación” y “entrenamiento” a fin de evitar redundancias en el uso del término “capacitación”, el cual es más adecuado en la mayoría de los casos debido a la temática del  presente artículo.

Robert W. Ferris
Traducción al español: I. Yamina Gava, colaboración: Ailiñ Gava