Misiones – Perder O Ganar

“TODO AQUEL QUE QUIERA SALVAR SU VIDA LA PERDERA, PERO TODO AQUEL QUE PIERDA SU VIDA POR CAUSA DE JESUS, LA HALLARA. Cuando uno escucha la palabra misiones, la primera impresión que nos pasa por la mente es sufrimiento, escasez, dolor, pérdida, tristeza, soledad, lejanía y hambre. Aunque algunas de estas cosas son una realidad que se experimentan en el campo misionero, no son la base que determina nuestro futuro, solo son parte de un trato y de un proceso necesario para aprender a depender totalmente de Dios.

No se puede ganar, sin primero perder, no se puede triunfar sin una preparación previa y un entrenamiento adecuado. Pero ¿perder qué?, ¿por qué mucha gente ve como una pérdida responder al llamado de Dios?, ¿qué quiso decir Jesús, cuando dijo que si no perdemos nuestra vida, no podemos ganarlo a Él? ¿Se refería a perder nuestra familia?, ¿perder el trabajo?, ¿perder nuestros amigos?, ¿no poder tener posesiones?, ¿no estudiar una carrera universitaria? Ciertamente, la respuesta es NO. Jesús no hacía alusión a esto. El hablaba sobre nuestro orden de prioridades.
Cuando ellas no están alineadas bajo su propósito y su voluntad, nos pueden desviar y hacer perder nuestro destino en Él. Cristo quiso decir, “Cambia tu orden de prioridades, para que te pueda usar”. Si el amor a nuestra familia es mayor que nuestro amor por Él, ahora, El está antes que nuestra familia, si antes no podía estar lejos de mis seres queridos porque mi corazón no lo resistía, ahora puedo porque el amor por Dios es más grande y más fuerte, su amor me ayuda a aceptar y amar a la nación a donde su Espíritu me ha envidado. Si pensamos que venir a las misiones es perder todo esto, tenemos un concepto equivocado de ellas.
Muchos cristianos han tenido un concepto religioso de las misiones. Todavía hay personas que piensan que un misionero tiene que ser una persona pobre, sin educación, un mártir que debe morir tragado por los caníbales. Algunos otros piensan que ser misionero es una fatalidad e ir tras una muerte segura. Otros creen que es andar en los lugares más remotos y perdidos del mundo, sin que nadie se acuerde de ellos y sin tener derecho a nada, ni al buen comer, ni al buen vestir. Otros piensan que la vida del misionero está destinada a la pobreza, al sufrimiento y al martirio mental. Nos sorprendería saber que en los últimos años muchos de los misioneros que Dios está enviando a las naciones son profesionistas, gente preparada, algunos lo han dejado todo y otros se sostienen de su profesión en el campo misionero. Conocí a un joven que pensaba que Dios lo había llamado a las misiones porque nadie más había querido ir.
Él decía que el llamado que estaba cumpliendo no era para él, sino para otra persona que no quiso obedecer la voz del Señor y por causa de esto, pues le había tocado a él ir, como si fuera un juego de azar, o un castigo de parte de Dios. Él se sentía un mártir emocional, estaba envuelto en la autocompasión, se sentía aterrorizado y temeroso porque pensaba que si no cumplía el llamado de Dios, el Señor le castigaría y nunca sería feliz, tenía pavor y temor. Él no miraba que era un privilegio y un honor, un gozo y una alegría ser llamado por Dios a servirle en el campo misionero. Su llamado era una carga, las misiones eran su Cruz.
Este joven miraba el campo misionero como una pérdida y no como una ganancia, pensaba solo en lo que perdería y no en lo que ganaría al seguir al Señor, (Luc. 18:29 y 30, NO HAY NADIE QUE HAYA DEJADO CASA, PADRES O HERMANOS, MUJER O HIJOS, POR EL REINO DE DIOS, QUE NO HAYA DE RECIBIR MUCHO MAS EN ESTE TIEMPO Y EN EL SIGLO VENIDERO LA VIDA ETERNA. Muchos cristianos tienen el llamado de Dios al campo misionero, pero nunca saldrán ni cumplirán su destino, porque están más centrados en lo que perderán, que en lo que ganarán. Es cierto, que hay que dejar cosas, desprenderse de sentimientos familiares y culturales, también es verdad que hay que morir a uno mismo y tomar la cruz todos los días y seguir al Maestro, pero esto no solo es para los misioneros, sino para todos aquellos que quieren ser discípulos de Jesús. Tomar la cruz y morir a uno mismo es para todos los que aman al Señor, no solo para los misioneros o ministros de Dios. Tomar la cruz diariamente es un requisito para todo cristiano que quiere seguir a su Señor. Dios desea cambiar este concepto misionero erróneo que muchas veces ha operado en la iglesia del Señor, una mentalidad religiosa y equivocada de los que son las misiones.
Cuando estaba en mi primer año en España, el enemigo atacaba mucho mi mente, me decía cosas como: “Que tonto eres, has dejado más por menos”, “No te das cuenta, has dejado a tu familia, a tus amigos, has dejado tu carrera que tanto te costo, por algo que no vale la pena”, “En España nadie te valora, nadie ve lo que haces, no te aplauden tu trabajo, en México estarías mejor, tendrías un sueldo seguro.” Este tipo de pensamientos, me estaban desviando del propósito de Dios, empecé a tomar una actitud de mártir y de auto-lástima, empecé a quejarme, la religiosidad comenzó a devorarme, hasta que el Señor trato conmigo y me hizo descubrir lo hermoso de servirlo, el gozo y el amor que produce hacer su voluntad y el privilegio de ser parte de una obra pionera en España. Ahora sé que no he perdido, sino que he ganado.
Ahora tengo el doble de lo que tenía antes. Llegue a pensar que perdería a mis amigos, la realidad es que he ganado nuevos amigos (tengo amigos en México y tengo amigos en España), llegue a pensar que perdería a mi familia, la verdad es que he ganado otra familia (en España Dios me ha dado esposa, hija, suegros, ahora tengo familia en España y en México), no perdí mi cultura, sino que gane otra cultura (sé cómo son los mexicanos y sé cómo son los españoles), no he perdido mi profesión universitaria, sino que he ganado otra profesión mayor: la del ministerio. (Mi carrera sigue estando conmigo, cuando quiera la puedo utilizar).
En México gastaba pesos, en España gasto euros, (he ganado otra moneda, ahora gano en pesos y en euros jajajaja), he ganado otro estilo de comida que también es bastante buena y rica. He ganado otra nación, porque ahora no solo amo a México, sino que también amo a España, es un gozo y una alegría para mí estar en esta nación. He ganado más de lo que he perdido, he ganado más de lo que pensaba. Obedeciendo al Señor ganas lo espiritual y lo material. Lo único que realmente tenemos que perder es el temor al futuro, el temor a no decidirnos. Lo que verdaderamente tenemos que perder es el temor a intentarlo, el miedo al fracaso. Perdamos el temor a llorar y a sufrir, perdamos el temor a viajar y a estar lejos de los seres queridos, la fortaleza que uno recibe del Espíritu Santo no tiene comparación. Debemos estar dispuestos a que Dios haga un cambio de prioridades en nuestro corazón y que el ponga un nuevo amor por las naciones y por el país a donde el nos llame, de esta manera haremos las cosas con mayor gozo, entusiasmo y energía.
Ten ánimo, alístate a las filas del ejército que no le tiene miedo a nada, que no tiene temor a dejar su nación, un ejército que sabe que queda poco tiempo para hacer discípulos en las naciones de la tierra. ¡GANAREMOS MÁS DE LO QUE PERDEREMOS, ESO TE LO ASEGURO! ¡MEXICO, LAS NACIONES TE ESPERAN, SI SIEMBRAS EN ELLAS, COSECHARÁS ABUNDANTEMENTE! ¡JOVENES, LAS NACIONES LES ESPERAN, 7500 PUEBLOS Y CIUDADES EN ESPAÑA, TE ESPERAN, NO LO PIENSES MAS!

Escrito por Efrain Barboza