“Desde un solitario minarete en tierras musulmanas, el insistente llamado a la oración es proclamado desde antes del amanecer hasta después del atardecer, de esta manera, este pequeño libro tiene sólo un mensaje. Un repetido llamado: “¡Vengan a orar, vengan a la victoria! Dios es más grande que todas las dificultades del mundo musulmán.” Así lo comentaba Samuel Zwemer, denominado “el apóstol a los musulmanes.” Zwemer nació en 1867 en los Estados Unidos de Norteamérica. Sus familiares fueron emigrantes holandeses, y su padre era pastor de la Iglesia Reformada. De sus seis hermanos, todos menos uno, se dedicaron al ministerio. El Movimiento de Estudiantes Voluntarios afectó grandemente a Zwemer cuando estaba en el último año de sus estudios en la Universidad Esperanza. Después de terminar el seminario y el entrenamiento médico, Zwemer y un estudiante seminarista, James Cantine, esperaban ser enviados al mundo musulmán por la Junta Reformada de su denominación. Sus solicitudes fueron rechazadas porque fueron considerados ser poco prácticos. Entonces formaron su propia agencia misionera a la cual llamaron Misión Americana Arabe. Cantine recorrió los Estados del este, mientras que Zwemer visitó los Estados del oeste para levantar fondos de las iglesias locales para compartirlas entre ellos mismos. Por el año 1890, ambos hombres habían terminado de levantar su sostenimiento, y se embarcaron hacia Arabia. En la primera parte de sus ministerios, se dedicaron principalmente a distribuir folletos y a hacer evangelismo personal. Muy pocos musulmanes respondieron al llamado de hacer de Cristo el centro de sus vidas espirituales. Oremos para que el Espíritu Santo llame a nuevas generaciones de “entusiastas” como Samuel Zwemer de cualquier parte del mundo, para compartir a Cristo con nuestros vecinos musulmanes y para responder al llamado de ir a las naciones musulmanas.
Zwemer y Cantine comenzaron a sentirse solos; los misioneros anglicanos con quienes inicialmente trabajaron fueron trasladados, y el creyente sirio que trabajó con ellos murió seis meses más tarde. Cinco años después, en 1895, Zwemer se casó con una misionera inglesa que era enfermera, así que finalmente encontró a su ayuda idónea. Después de dos años más de ministerio, la pareja viajó a Estados Unidos, luego regresó al Golfo Pérsico para trabajar con los musulmanes de Bahréin. El método tradicional evangelístico de distribuir tratados y predicar en los hogares no funcionó. Los Zwemers enfrentaron una tragedia personal también. En 1904, dos de sus hijos murieron en un lapso de ocho días. A pesar del dolor, Zwemer era feliz en su ministerio. Unos 50 años más tarde, comentó acerca de ese terrible tiempo: “El gozo de todo vuelve de nuevo. Con mucho gusto volvería a pasar por ese difícil momento.” El año 1905 fue el año clave para los Zwemers. Por ese tiempo se habían establecido cuatro bases de agencias misioneras en el mundo árabe y hubo creyentes árabes muy valientes. En ese mismo año él regresó a USA, en donde estuvo predicando en reuniones donde había mucha gente. Trabajando con el Movimiento de Estudiantes Voluntarios, Zwemer causó revuelo no sólo entre los estudiantes de USA, sino también en la Conferencia Misionera de Edinburgh en Escocia. Oremos por una nueva estrategia de trabajo entre los estudiantes, para que cientos sean guiados a hacer compromisos de largo tiempo para ministrar en el mundo musulmán.
Cuando Zwemer regresó a Bahréin, tuvo dificultades para restablecerse. En 1912 recibió un llamado de la Misión Unida Presbiteriana de Egipto. Ellos le pidieron que se trasladara a Cairo, Egipto para coordinar el trabajo misionero de todo el mundo musulmán. Por los próximos 17 años, él trabajaría con un buen número de agencias misioneras de El Cairo. El trasfondo educativo de Zwemer, le abrió puertas para discutir sobre asuntos espirituales con hombres muy educados de Egipto, algunas veces con grupos de hasta 2 mil personas. En cierta ocasión, un profesor musulmán rompió uno de los tratados que Zwemer le había dado. Había un estudiante que estaba muy curioso de saber por qué un pequeño folleto había causado tan irracional ofensa, así que el estudiante recuperó los pedazos, los leyó y puso su fe en Cristo. Sin embargo, tales experiencias fueron pocas y espaciadas. Durante sus 40 años de ministerio, probablemente sólo convenció a unos 10 musulmanes para que siguieran a Cristo. Sin embargo, su más grande contribución fue la influencia que ejerció para que creyentes se interesaran en llevar a Cristo a los musulmanes. Por el año 1929, el trabajo de Zwemer estaba bien establecido, así que cuando se le ofreció una posición en el Seminario Teológico de Princeton, pudo regresar a USA con una buena conciencia. El resto de su vida fue usada para escribir, hablar y enseñar. Al final de su vida en 1952, Samuel Zwemer había escrito 50 libros, algunos de los cuales eran sobre evangelizar musulmanes, otros libros fueron escritos para movilizar cristianos a la obra misionera. Oremos para que el Señor levante más hombres y mujeres para que valientemente lleven a Jesús al mundo musulmán, especialmente a Arabia Saudita.
(De Jerusalem a Irian Jaya, Ruth Tucker, 1983)
Tomada de la Guía Mundial de Oración – 2009.12 Keith Carey