Misioneros Latinoamericanos En El Mundo Musulmán

En los últimos años se ha hablado mucho sobre las ventajas del misionero latinoamericano en el mundo musulmán. Sin embargo, solamente ahora, con la llegada de más obreros de América Latina a los pueblos árabes musulmanes, estamos en condiciones de hacer un análisis más serio y realista de las posibles ventajas o desventajas de estos misioneros en cuanto a su capacidad de adaptarse a aquellas culturas y de comunicar el Evangelio de una manera clara en un ambiente y en relación con una mentalidad que le son totalmente nuevos.

Por supuesto, todavía no podemos hacer un análisis final, pues la historia de las misiones latinoamericanas en el mundo musulmán es aún muy reciente. Pero creo que vale la pena empezar a hacer algunas consideraciones sobre el tema, con la esperanza de que las mismas puedan, de alguna manera, ayudarnos a una mejor comprensión del papel de los misioneros latinoamericanos entre los musulmanes, impidiéndonos crear expectativas equivocadas.

Idealismo versus realismo

En general, ¿qué se espera de un obrero de América Latina, o de cualquier otra parte del mundo, en cuanto a su intento de adaptarse a un nuevo país? Idealmente, debe involucrarse lo más posible con la gente, participar en sus fiestas y conmemoraciones, dedicarse incansablemente al estudio y la práctica del idioma, profundizar su conocimiento de la cultura de una manera sistemática, intentando entender no solamente lo explícito sino también lo implícito (valores, ideas, creencias que hacen que las personas actúen casi automáticamente, sin que haya una razón externa aparente). Con esto, se espera que el obrero, después de un tiempo, esté en condiciones de presentar las buenas nuevas de Cristo de una manera clara y relevante, tomando en cuenta la cosmovisión del pueblo local, en lugar de presentar un mensaje cargado de conceptos de su propia cultura.

En realidad, ¿qué es lo que pasa? En muchos de los casos, después de varios años de que el obrero ha estado en el país lo encontramos hablando el idioma a un nivel básico, conociendo muy poco sobre la cultura, criticando el país y a sus habitantes y, en general, actuando como si estuviera en su país de origen (con los mismos hábitos y horarios), creando entre él y los habitantes locales un “muro cultural” que le impide presentar el Evangelio de manera que éste llegue a los corazones. También es muy común ver que el obrero empiece a recurrir a los pequeños “ghettos misioneros” compuestos por los obreros que viven en una misma ciudad, para huir del (¿incómodo y amenazador?) contacto con los nacionales, en vista de que todavía no comprende bien el idioma y las reacciones de la gente local. Con esto, el obrero pasa gran parte de su tiempo participando de retiros, conferencias de oración, reuniones de compañerismo, cultos en memoria de algún misionero fallecido, encuentros de alabanza, sesiones de planificación, almuerzos de confraternidad, picnics, pascuas, Navidad, año nuevo, etc. Le queda muy poco tiempo para la obra que realmente vino a hacer: evangelizar a los musulmanes.

El obrero latinoamericano

Hasta ahora hemos estado hablando de los misioneros en general. Pero, ¿y los latinoamericanos? ¿Tienen un “shock cultural” o, de hecho, debido a supuestas semejanzas culturales, pueden adaptarse sin mayores problemas a la cultura musulmana, como se ha proclamado con tanta frecuencia en América Latina a través de las conferencias misioneras? ¿Y no les ayudan en el aprendizaje del idioma las miles de palabras que supuestamente existen en español y portugués cuyo origen se remonta al idioma árabe? De hecho, ¿sirven para algo? Y el estilo de vida latinoamericano, ¿es semejante al del pueblo local? ¿Es realista pensar que, por venir de un país “tercermundista”, este obrero puede vivir de una manera más simple que obreros de otros países?

Bien, consideremos cada punto:

Shock, semejanza y adaptación cultural

Con la excepción de un solo obrero que conozco, todos los demás latinoamericanos que han estado en el mundo musulmán están de acuerdo en que también los latinoamericanos pasan por un shock cultural. En mi caso y el de mi esposa, lo difícil empezó con cambiar las expectativas equivocadas que teníamos. Como por muchos años estuvimos escuchando que “el latinoamericano es la solución para la evangelización de los musulmanes”, pensábamos que llegaríamos a nuestro país de destino y tendríamos muy pocas dificultades, adaptándonos rápidamente. Sin embargo, desde el día en que llegamos al país empezamos a darnos cuenta de que, a pesar de que los latinoamericanos son culturalmente más parecidos a los árabes que los pueblos anglosajones, todavía hay diferencias que requieren que el obrero latinoamericano esté bien preparado antes y al llegar al campo para que de hecho pueda adaptarse eficazmente, no repitiendo los errores que otros han cometido por no estar preparados.

Observemos la siguiente escala:
Anglosajón Latino Arabe

_______________________
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

En esta escala se puede ver que, aunque estamos más cerca de los árabes que los anglosajones, ¡todavía hay mucho camino que recorrer!, ¡todavía hay grandes diferencias!

Algunas de las cosas que han causado shock cultural en los latinoamericanos son:

  • dificultades con el idioma;
  • diferencias en el concepto de limpieza;
  • la posición de la mujer en la sociedad, cómo es tratada;
  • cómo educan a los niños;
  • contacto físico entre los hombres;
  • la extranjera muchas veces es vista como una mala mujer;
  • tener que consultar con médicos locales;
  • la mentalidad es diferente, lo cual se hace visible en la manera en que organizan su mundo;
  • etnocentrismo (creer que su manera de vivir es superior y preferible a las demás);
  • vestir las ropas tradicionales; comida, etc.

Así las cosas, no es muy difícil estar en un grupo de obreros de América Latina y escuchar comentarios tales como: “¡Qué gente! No saben lo que es la limpieza!” “Me parece que veo gérmenes en todos los sitios.” “En mi país no es así. Los comerciantes son más honestos.”

¡Menos mal que también hay ventajas! Entre otras, las siguientes:

1. El concepto del tiempo. Es más fácil para el latinoamericano que para el anglosajón “perder” tres horas tomando un té.

2. La hospitalidad latinoamericana es bastante parecida a la árabe.

3. El latinoamericano es bastante flexible en sus planes. Si llega alguien inesperadamente, no se pone a mirar el reloj cada diez minutos, comunicando que tiene cosas más importantes que hacer.

4. Como los latinoamericanos vienen de países donde el sistema de enseñanza no es gran cosa, no les cuesta tanto enviar a sus hijos a las escuelas nacionales.

5. Están más orientados hacia el grupo que en las culturas anglosajonas.

6. Dan mucha importancia a la posición social de uno. Respetan rangos. Valoran la apariencia personal (cómo se visten, coches, etc.).

7. Están más orientados hacia las personas que hacia las metas.

8. Como vienen de países “tercermundistas”, tienen muchas cosas en común con los árabes, lo cual les ayuda en la identificación (la invasión por parte de los países “imperialistas”, la miseria, el problema del soborno, las dificultades económicas, etc.).

9. Las semejanzas físicas.

La influencia del idioma árabe en el español y el portugués

Es verdad que hay miles de palabras en español y portugués cuyo origen se remonta al árabe. Esto no significa, sin embargo, que sea más fácil para un latinoamericano aprender el árabe que para personas de otras culturas. ¿Por qué no? No puedo enumerar todas las razones, pero tres de ellas son las siguientes:

1. Muchas palabras árabes, cuando se introdujeron al vocabulario español y portugués cambiaron, y mucho, su forma de pronunciación.

2. A pesar de existir lo que se llama árabe clásico, cada país árabe, con el pasar de los siglos, ha desarrollado su propio árabe dialectal. Por lo tanto, muchas palabras que antes se usaban ya no forman parte del vocabulario del pueblo, y aunque todavía se usen, muchas veces se pronuncian de manera tan diferente que en nuestros idiomas que al final son irreconocibles.

3. El latinoamericano es, generalmente, monolingüista. Los europeos, por ejemplo, generalmente saben dos, tres o más idiomas, lo que muchas veces les facilita aprender un idioma como el árabe.

El estilo de vida del latinoamericano

Una de las expectativas que hay en relación con el obrero latino es que el podrá vivir en condiciones simples, semejantes a las condiciones de vida de la gran mayoría de los pueblos árabes. Sin duda es una conclusión bastante lógica, ya que un gran porcentaje de la población en América Latina vive en la pobreza.

Sin embargo, en la práctica esto no es exactamente lo que está aconteciendo. Por ejemplo: de nueve unidades de latinoamericanos que viven en un determinado país de África del Norte, solamente dos o tres viven en condiciones parecidas a las de la gente local. Los demás viven con más dinero que la gran mayoría de los nacionales. Es posible que si el sostén no llegara al campo según lo prometido, bajarían su nivel de vida. Pero, ¿por qué no hay una actitud voluntaria por parte de los latinoamericanos para decir: “Voy a vivir tan sencillamente como la mayoría del pueblo”, y hacer que lo restante del sostén sea canalizado para otras necesidades, en lugar de seguir viviendo en un nivel más alto? Creo que habrá varias razones, pero algunas de ellas son las siguientes:

1. La sociedad árabe espera que uno viva de acuerdo con la posición que uno ocupa en la sociedad. Así, un maestro debe vivir según lo que la sociedad espera de un maestro y no como un estudiante.

2. Hay latinoamericanos que vienen de un nivel social alto.

3. La gran influencia que los países desarrollados ejercen (a través de películas, música, literatura, etc.) sobre gran parte de la América Latina rica hace que muchos de estos misioneros sean extremadamente “occidentalizados” en su estilo de vida. Así, cosas como televisores, videos, computadoras, cámaras, etc., son importantes y deseables para ellos. Todo eso puede fácilmente causar dificultades en cuanto a identificarse con los más pobres.

4. Las misiones no están preparadas

para ofrecer proyectos que permitan al obrero trabajar entre la gente de nivel social más bajo.

Sugerencias

Hasta ahora hemos visto que, a pesar de que el latinoamericano posee varias características que le pueden ayudar a adaptarse a la cultura árabe, todavía hay diferencias que tienen que ser trabajadas. Así, ¿qué es lo que podemos hacer para que él pueda superar las diferencias que hay y transformarse en un comunicador del Evangelio?

Cuatro sugerencias:

1. Que seamos más objetivos en nuestras conferencias misioneras y mostremos un cuadro más realista sobre las posibilidades de los latinoamericanos entre los musulmanes. Nuestra responsabilidad es mostrar las semejanzas que hay entre ellos, pero también aclarar que hay diferencias. De este modo no crearemos expectativas equivocadas, que traen frustraciones y más dificultades en adaptarse.

2. Que aclaremos, durante el reclutamiento y entrenamiento de los candidatos y también para las iglesias locales, que el obrero que va a trabajar en un país musulmán no podrá legalizar su condición de “misionero” en el país de destino. Con esto, el estilo de vida en el campo va a depender mucho de la actividad profesional que cada uno va a desarrollar. No podemos esperar que un maestro o uno que trabaja con una compañía extranjera viva en condiciones que la sociedad considera inaceptable para la posición que ocupa. Así que, si de hecho queremos que los misioneros latinoamericanos vivan sencillamente y al mismo tiempo no despierten la desconfianza de la gente local, debemos desarrollar proyectos que permitan que esto ocurra; por ejemplo, talleres de artesanía, proyectos de asistencia social, proyectos de irrigación, etc.

3. Que proveamos al obrero, antes de que deje el país de origen, un entrenamiento misionológico en América Latina, incluyendo clases teóricas y experiencias prácticas (cómo vivir entre los diferentes grupos étnicos existentes en nuestros propios países) sobre la adaptación cultural. Este entrenamiento deberá hacerse según las características y posibilidades de cada país.

4. Que inmediatamente después de la llegada del obrero al país donde va a estar trabajando, lo involucremos en un curso práctico de cuatro a seis meses de orientación sobre la cultura local. Un curso así tiene varias ventajas:

  • Permite que el obrero tenga contacto con la cultura de una manera dirigida, obligándole a meterse con la gente.
  • Hace posible que el obrero empiece a aprender el árabe desde la primera semana en el país.
  • Da al obrero la oportunidad de vivir con familias musulmanas, poniendo en práctica el idioma y aprendiendo sus costumbres;
  • Permite que los errores que se cometen normalmente en el proceso de la adaptación cultural sean analizados, de modo que se descubran las razones y haya oportunidad de corregirlos, sin que esto afecte el ministerio del obrero, ya que él todavía estará en entrenamiento.
  • Crea la mentalidad de analizar la cultura y sacar conclusiones que ayudarán al obrero a descubrir métodos y formas de presentar mejor el Evangelio en la nueva cultura. Esto se consigue a través de trabajos de campo, lecturas y otras tareas que se desarrollan durante el curso. La idea no es dar las respuestas, sino dar las herramientas para que el obrero descubra las respuestas.
  • Toca temas tales como el “shock cultural”, forma y función, posición social y status, espacio personal, etc., y hace posible que el obrero viva, en una situación práctica, todo lo que ya ha estudiado en su período de preparación para el campo.

“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn. 1:14). ¡Que Dios nos ayude a seguir el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, quien dejándolo todo, se hizo hombre para comunicarnos el mensaje de salvación!
Fuente: http://www.kairos.org.ar